Navidad. Es la época del año de la magia, la
familia, las reconciliaciones, la nostalgia. Los villancicos añaden el toque
mágico al ambiente, transformando estas fechas en una película con una banda
sonora que nos habla sobre el amor y la fraternidad. Es curioso, como las navidades se transforman
para nuestra percepción a medida que vamos creciendo. Perdemos la chispa , la
ilusión es menor, y lo que antes nos parecía mágico, ahora nos parecen
ilusiones de menor grado.
Es una época del año especial. A
pesar de ser más mayores y negar que mantengamos la esperanza en la navidad lo
cierto es que lo hacemos. Buscamos salud para quienes nos importan. Pedimos por
unas soluciones mágicas a esta crisis que a tantos afecta y que está
produciendo sufrimiento a miles de familia de un valor incalculable. Los más
materialistas buscan colmarse de regalos de los que poder fardar. Los más
caseros, buscan esas reuniones familiares donde compartes anécdotas con gente
que a lo mejor no has visto durante todo el año, pero a quien adoras ver, con
quien adoras compartir esas experiencias que te han pasado durante el año. Y
los soñadores, los soñadores buscamos amor. Ese amor que esperamos en San Valentín,
que esperamos en verano, y que seguimos esperando en Navidad.
Cupido tiene la fea costumbre de
lanzar flechas haciendo que estas solo toquen a 1 de las partes. Y nosotros le
pedimos a “Santa Claus”, al “Olentzero”, quizás a “Los Reyes Magos” que
arreglen el desastre que este ha originado a su paso. Pero como siempre, el
regalo no llega.
Uno debería estar acostumbrado
ya. Sin embargo siempre mantienes la esperanza. Quizás sea hora de rendirse a
la realidad, y es que ese único regalo que quieres para navidad NO va a llegar.
Es hora de despertar pequeño, y asumir que la magia de la navidad no va a
cumplir esta vez tu deseo. Que los renos tirando del trineo no van a traer esta
persona, y que la negativa es permanente.
No es época de ser soñador. Es
época de ser realista y darte cuenta de que algo pasa contigo. Tú eres el
problema. No puedes seguir arrastrándote. Quizás esa persona no llegue jamás, y
si, cada vez cuesta mas olvidarse de aquella persona por quien tantas lágrimas
has soltado. Pero así es la vida, bastante agridulce.
¿El balance del año? Desastroso.
Una falsa profecía maya que no suponía el final del mundo, aunque quizás
simplemente se refería al final de tu mundo. Una enfermedad que parece dar
guerra. Unos amigos que quizás no te valoren lo suficiente. Y entre tanto ¿Qué haces?
Ser la sonrisa de los demás.
Porque ese es tu regalo de
navidad hacia los demás, el regalo que haces todo el año, hacer sonreír a
quienes te rodean, a pesar de que te cueste tus lágrimas. Porque no estás hecho
para ser el príncipe protagonista. Estás hecho para ser el amigo secundario.
Ese es tu regalo de navidad… la sonrisa de los demás.
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